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High frequency trading: arma de doble filo

  • Mario Sotelo y Aarón Ramírez
  • 25 ago 2016
  • 2 Min. de lectura

Un ejército de nuevas empresas de tecnología financiera está reuniendo a los grandes bancos y casas de bolsa con dispositivos que prometen manejar las transacciones del mercado de valores a ritmos que rivalizan con la velocidad de la luz, ya que la carrera por la velocidad en los mercados financieros sigue en pie.

Poco antes de la crisis financiera del 2008, comenzó una nueva batalla en los mercados financieros. Ésta consiste en encontrar oportunidades de arbitraje a través de supercomputadoras que disminuyen el tiempo que toma mandar una orden de un mercado a otro, una vez más tomando ventaja sobre las regulaciones que tardan más en adaptarse que el resto del mercado.

Estas plataformas de high frequency trading permiten a los operadores ejecutar millones de pedidos y escanear múltiples mercados y bolsas en cuestión de fracciones de segundo, dando así a las instituciones que utilizan las plataformas una gran ventaja en el mercado. Aunque las ganancias por orden son menores de un centavo de dólar, el volumen de operación permite crear ganancias por miles de millones de dólares al año.

A pesar de tener conocimiento de estas prácticas, los organismos reguladores no enfocaron mucho su atención en el HFT, ya que consideraban que es una competencia justa y que una mayor velocidad en las transacciones optimizaría el mercado, disminuyendo costos de transacción y generando externalidades positivas para los inversionistas.

No fue sino hasta el 6 de mayo de 2010 cuando algo llamó la atención de todo el mundo: un suceso conocido como el flash crash, donde el índice estadounidenseDow Jones Industrial Average se desplomó cerca de 1000 puntos, aproximadamente un 10%, en un lapso menor a 5 minutos que solo tomó 20 minutos más en recuperarse.

Se encontró como responsable al mal uso de los sistemas automatizados de highfrequency trading, que fueron utilizados para manipular el mercado en cuestión de minutos y para beneficio de los operadores, generando grandes pérdidas para las casas de bolsa, un estado de incertidumbre, volatilidad en los mercados y desconfianza en los inversionistas.

¿Por qué no generó las externalidades positivas que prometía el HFT? Hay una constante que prevalece en el sector financiero que tristemente es la falta de moral. Es verdad que utópicamente el HFT va en pro de los inversionistas y optimizando los procesos de trading, pero en su implementación han interferido intereses personales que han perjudicado la reputación de las empresas que lo practican y a pesar de ser un sector ahora regulado, los incentivos para hacer prácticas poco éticas son grandes dada la magnitud de las ganancias. Ahora queda hacernos una pregunta: ¿será posible llegar a la máxima velocidad, a la optimización de las transacciones en los mercados financieros, a la disminución de los costos, sin que los intereses personales continúen influyendo en su desarrollo?


 
 
 

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