Tasas de interés para todos
- Adrian Mariño
- 20 abr 2016
- 3 Min. de lectura

Las tasas de interés son una herramienta que tienen los países en el mundo para estimular efectos sobre la economía, pero independientemente de ser un concepto muy sencillo, tienen profundas y complejas repercusiones en nuestra vida. La mejor manera de entender que es la tasa de interés de referencia es pensándola como el costo del dinero. Supongamos que las monedas del mundo son como las especies de manzanas, unas verdes, otras rojas, unas más dulces que otras. Si nos remontamos a la antigüedad, cuando no se manejaba moneda alguna, existía el trueque, es decir, una mazorca por tres granos de cacao (la moneda prehispánica de los aztecas). Hoy en día sucede lo mismo, puedes intercambiar una manzana estadounidense por diecisiete manzanas mexicanas, y diecisiete manzanas mexicanas por dos litros de agua.
Ahora bien, estas monedas (o manzanas) tienen un precio, y como nuestra política económica (así como la de la mayoría) indica, está regulado por el mercado, es decir, la oferta y la demanda. La oferta de las monedas (o manzanas) está intervenida por los bancos centrales de cada país y la demanda de las monedas (o manzanas) está en las manos de las personas. Si el productor de estas monedas decide subir el costo del dinero (o el precio de las manzanas), lo que hará será producir menos monedas, en este caso, reducir la cantidad de dinero en circulación (u ofrecer menos manzanas) mediante Operaciones de Mercado Abierto (OMAs). Finalmente, a la hora de quererle poner un indicador de referencia al costo del dinero (o el precio de las manzanas), se le decidió poner una tasa.
Aunado a lo anterior, el costo del dinero (o tasa de interés) tiene efectos complejos en la vida de todos nosotros, y quisiera enfocarme en las bajas tasas de interés. Después de que la mayoría de las economías del mundo se vieran golpeadas al borde de la recesión (unas si cayeron) por la crisis financiera del 2008, los bancos centrales se dieron a la tarea de intervenir con políticas económicas expansionistas inyectando mucho dinero en la economía (en nuestro ejemplo anterior, si el pueblo se está muriendo de hambre, lo que el banco central haría es ofrecer inmensas cantidades de manzanas, consecuentemente disminuyendo su precio). Esto se traduce en tasas de interés (o precio de las manzanas) bajas, hoy en día hasta de 0 e inclusive negativas. El propósito de estas medidas es incentivar el consumo interno, haciendo que las personas gasten en lugar de ahorrar su dinero en el banco.
El banco, que podríamos personificarlo como la tienda e intermediario de las manzanas que produce el banco central, te paga una tasa pasiva en tu “cuenta de ahorro” si depositas tu dinero con él, ya que puede prestarle tu dinero a alguien más que lo necesita a una tasa más alta. Si el banco te ofrece una tasa pasiva de 0, inclusive negativa (te cobra por depositar tu dinero), prefieres gastar tu dinero. En la práctica, tasas de interés tan bajas pueden ser contraproducentes, ya que las personas prefieren ahorrar en efectivo. Si no hay captación por parte de los bancos, no habrá creación de dinero bancario y por consecuente menor derrama crediticia, pegándole a la inversión. El inversionista se ve desincentivado a ahorrar lo cual reduce su inversión en el futuro en un punto crítico donde la productividad mundial está por debajo del uno por ciento anual en los últimos cinco años.
En el caso de México, la tasa de interés se ubica en 3.75 por ciento, pero no es buena noticia. Nuestra dependencia en los ingresos petroleros ha obligado al gobierno federal a reducir su gasto, principalmente su inversión en infraestructura. Para mantener el actual pobre crecimiento, si el gobierno no va a invertir, entonces lo deberá de hacer el sector privado y este tiene un horizonte de tasas alcista. Las políticas económicas deben de hacer mancuerna con las políticas fiscales, supuesto que no está sucediendo en México.
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